Antes de explicar sus orígenes, historia y diversidades, diría que las raquetas son un medio que facilita la progresión en terrenos nevados, especialmente allí donde la nieve se presenta blanda o ligera y con una profundidad importante.

Este es su medio natural, pasear por bosques, ascender a puntos de interés o simplemente adentrarse en la naturaleza invernal. Los más pequeños de la familia lo pasarán en grande y seguro que pedirán repetir.

Los que se acercan a las raquetas por primera vez se encontrarán con un material sencillo de utilizar y con una técnica básica bastante intuitiva. Como en toda actividad en montaña podremos aumentar la dificultad según nos vayamos sintiendo cómodos en su manejo. El límite lo pondremos al alcanzar aquellas zonas donde la combinación de nieve dura, un desnivel importante y la presencia de hielo nos indiquen que es momento de buscar un itinerario más acorde al material que portamos.

Parece ser que hay constancia del uso de raquetas en Asia Central 4000 años B.C. En Europa debido al carácter montañoso de la cordillera alpina, las raquetas modifican su forma primigenia para adaptarse a los importantes desniveles. Es así que el terreno marca las diversas formas de esta herramienta: grandes, amplias y largas para el terreno nórdico y en contraposición, cortas, pequeñas y redondeadas para la montaña más escarpada.

Un último apunte. Al pensar en una actividad con raquetas no debemos olvidar añadir el siguiente material:

• Palos: Ayudan a mantener el equilibrio y a impulsarnos.
• Polainas: Aíslan calzado y pantalón. Nos mantienen secos.
• No zapatillas.
• Ropa adecuada al medio.
• Guantes, gafas, crema solar… etc.

Juan Toribio